奥巴马在古巴 英语西班牙语双语

奥巴马在古巴 英语西班牙语双语

2016-04-05    33'43''

主播: ichinachino

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介绍:
可以一个耳朵听英语原文,一个耳朵听同声传译的翻译版本。挺好的联系。 Presidente Castro, el pueblo cubano, muchas gracias por la cálida bienvenida que he recibido, que mi familia ha recibido, y que nuestra delegación ha recibido. Es un extraordinario honor estar hoy aquí. Antes de comenzar, si me lo permiten, quiero mencionar los ataques terroristas que han sucedido en Bruselas. El pueblo estadounidense está pensando y rezando por el pueblo belga. Nos solidarizamos con ellos y condenamos estos ataques atroces contra personas inocentes. Haremos lo que sea necesario para apoyar a nuestra amiga y aliada, Bélgica, para ajusticiar a aquellos que sean responsables. Y este es otro recordatorio de que el mundo debe unirse, debemos estar juntos, independientemente de su nacionalidad o raza, o la fe, en la lucha contra el flagelo del terrorismo. Podemos y debemos derrotar a los que amenazan la seguridad y la protección de las personas en todo el mundo. Al gobierno y al pueblo de Cuba, les doy las gracias por la bondad que me han demostrado a mí y a Michelle, Malia, Sasha y a mi suegra, Marian. “Cultivo una rosa blanca”. En su poema más famoso, José Martí hizo su ofrenda de amistad y de paz, tanto a su amigo como a su enemigo. Hoy, como Presidente de Estados Unidos de América, le ofrezco al pueblo cubano: el saludo de paz. La Habana se encuentra tan solo a 90 millas de Florida, pero para llegar hasta aquí tuvimos que recorrer una gran distancia: derribar las barreras de la historia y la ideología; las barreras del dolor y la separación. Las aguas azuladas bajo Air Force One transportaron en su día los barcos de batalla estadounidenses hasta esta isla, para liberar pero también para ejercer control sobre Cuba. Esas aguas también transportaron a generaciones de revolucionarios cubanos hasta Estados Unidos, donde consiguieron apoyo para su causa. Y esa corta distancia ha sido cruzada por cientos de miles de exiliados cubanos, en aviones y balsas improvisadas. Exiliados que llegaron a Estados Unidos en busca de libertad y oportunidad, a veces dejando atrás todas sus posesiones y a todos sus seres queridos. Al igual que tantas personas en nuestros dos países, mi vida abarca un periodo de aislamiento entre nosotros. La revolución cubana ocurrió el mismo año que mi padre llegó a Estados Unidos desde Kenia. Bahía de los Cerdos ocurrió en el año en que yo nací. Al año siguiente el mundo entero quedó en suspenso observando a nuestros dos países mientras la Humanidad se acercaba más que nunca antes al horror de una guerra nuclear. Con el paso de las décadas, nuestros gobiernos se estancaron en un enfrentamiento sin fin, luchando batallas por medio de representantes. En un mundo que se ha reinventado una y otra vez, una constante ha sido el conflicto entre Estados Unidos y Cuba. He venido aquí para enterrar el último resquicio de la Guerra Fría en el continente americano. He venido aquí para extender una mano de amistad al pueblo cubano. Quiero dejar una cosa clara: Las diferencias entre nuestros gobiernos en todos estos años son reales y son importantes. Estoy seguro de que el Presidente Castro diría lo mismo. Lo sé porque le he oído hablar sobre esas diferencias largo y tendido. Pero antes de hablar sobre esos temas, también es nuestro deber reconocer cuánto tenemos en común. Porque en muchos sentidos, Estados Unidos y Cuba son como dos hermanos que han estado incomunicados durante años, incluso cuando compartimos la misma sangre. Ambos vivimos en un nuevo mundo, colonizado por europeos. Cuba, como Estados Unidos, fue construida en parte por esclavos que trajeron aquí desde África. Al igual que en Estados Unidos, el pueblo cubano puede encontrar sus orígenes tanto en los esclavos como en los dueños de los esclavos. Ambos hemos abierto nuestras puertas a inmigrantes que recorrieron grandes distancias para empezar vidas nuevas en el continente americano. Con el paso de los años, nuestras culturas se han mezclado. El trabajo del Dr. Carlos Finlay en Cuba abrió el camino a generaciones de doctores, incluyendo a Walter Reed, que se basó en el trabajo del Dr. Finlay para ayudar a luchar contra la fiebre amarilla. Al igual que Martí escribió algunas de sus palabras más conocidas en Nueva York, Ernest Hemingway hizo su hogar en Cuba, y encontró la inspiración en las aguas de sus costas. Compartimos un pasatiempos nacional, La Pelota, y esta misma tarde nuestros jugadores competirán en el mismo campo de La Habana donde jugó Jackie Robinson antes de hacer su debut en las Grandes Ligas. Se dice que nuestro mejor boxeador, Muhammad Ali, hizo un tributo una vez a un cubano con quien nunca podría luchar, diciendo que solo podría empatar contra el gran cubano Teófilo Stevenson. Incluso mientras nuestros gobiernos se convertían en adversarios, nuestros pueblos siguieron compartiendo estas pasiones comunes, sobre todo puesto que tantos cubanos vinieron a Estados Unidos. En Miami y en La Habana se pueden encontrar lugares para bailar el chachachá o la salsa y comer ropa vieja. La gente de nuestros dos países ha cantado las canciones de Celia Cruz y de Gloria Estefan y ahora escuchan reguetón y a Pitbull. Millones de personas de nuestros países tienen una religión en común, una fe a la que di homenaje en el Santuario de Nuestra Señora de la Caridad en Miami, una paz que los cubanos encuentran en La Cachita. Con todas nuestras diferencias, el pueblo estadounidense y el pueblo cubano comparten los mismos valores en sus propias vidas. Un sentido de patriotismo y de orgullo... mucho orgullo. Un amor profundo por la familia. Una pasión por nuestros hijos y un compromiso con su educación. Ese es el motivo por el que creo que nuestros nietos mirarán atrás a este periodo de aislamiento como una aberración; como solo un capítulo en una historia más larga de familia y amistad. Pero no podemos y no debemos pasar por alto las diferencias muy reales que existen entre nosotros, sobre cómo organizamos nuestros gobiernos, nuestras economías y nuestras sociedades. Cuba tiene un sistema de un solo partido; Estados Unidos es una democracia de múltiples partidos. Cuba tiene un modelo económico socialista; Estados Unidos es un mercado libre. Cuba ha reforzado el papel y los derechos del estado; Estados Unidos está fundado sobre los derechos individuales. A pesar de esas diferencias, el 17 de diciembre de 2014, el Presidente Castro y yo anunciamos que Estados Unidos y Cuba iniciarían un proceso para normalizar las relaciones entre nuestros países. Desde entonces, hemos entablado relaciones diplomáticas e inaugurado embajadas. Hemos lanzado iniciativas para cooperar en temas de salud y agricultura, educación y autoridades del orden público. Hemos llegado a acuerdos para recobrar vuelos directos y servicios de correo. Hemos expandido los lazos comerciales y aumentando las opciones de los estadounidenses para viajar y hacer negocios en Cuba. Estos cambios han sido bien recibidos, a pesar de que aún hay personas que se oponen a estas políticas. No obstante, muchas personas en ambos lados del debate han preguntado: ¿por qué ahora? La respuesta es sencilla: lo que estaba haciendo Estados Unidos no funcionaba. Debemos tener el valor de reconocer esa verdad. Una política de aislamiento diseñada para la Guerra Fría no tenía mucho sentido en el siglo XXI. El embargo solo hacía daño al pueblo cubano en lugar de ayudarlo. Y siempre he creído en lo que Martin Luther King, Jr. llamaba “la urgencia feroz de ahora”. No debemos temer el cambio, debemos acogerlo. Eso me lleva a la razón más grande e importante de estos cambios: Creo en el pueblo cubano. Creo en el pueblo cubano. Esto no es solo una política de normalizar relaciones con el gobierno cubano; Los Estados Unidos de América está normalizando relaciones con el pueblo cubano. Y hoy quiero compartir con ustedes mi visión de cómo puede ser nuestro futuro. Y quiero que el pueblo cubano, sobre todo la gente joven, entienda por qué creo que deben mirar al futuro con esperanza; no la falsa promesa que insiste en que las cosas están mejor de lo que realmente están ni el optimismo ciego que dice que todos sus problemas desaparecerán mañana. Esperanza que tiene una base en el futuro que ustedes pueden elegir; que ustedes pueden moldear; que ustedes pueden construir para su país. Yo tengo esperanzas porque creo que el pueblo cubano es tan innovador como cualquier otro pueblo en el mundo entero. En una economía global, potenciada por ideas e información, el valor más importante de un país es su gente. En Estados Unidos tenemos un monumento claro de lo que pueden construir los cubanos: se llama Miami. Aquí en La Habana, vemos ese mismo talento en cuentapropistas, cooperativas y autos viejos que aún funcionan: el cubano inventa del aire. Cuba tiene un recurso extraordinario; un sistema de educación que valora cada niño y cada niña. Y en años recientes, el gobierno cubano ha empezado a abrirse al mundo, y a abrir más espacios para que ese talento prospere. En tan solo unos años, hemos visto como los cuentapropistas pueden prosperar mientras mantienen un espíritu decididamente cubano. Ser trabajador autónomo no se trata de ser más como Estados Unidos, sino de ser ustedes mismos. Miren a Sandra Lidice Aldama, que eligió abrir un pequeño negocio. Los cubanos, dijo, podemos “innovar y adaptarnos sin perder nuestra identidad... nuestro secreto es no copiar ni imitar pero simplemente ser nosotros mismos”. Miren a Papito Valladeres, un barbero, cuyo éxito le permitió mejorar las condiciones en su vecindario. “Me doy cuenta de que no voy a resolver todos los problemas del mundo”, dijo. “Pero si puedo resolver los problemas en el pequeño pedazo de mundo en el que vivo, puede expandirse por La Habana”. Ese es el principio de la esperanza; la habilidad de ganarse uno la vida y de construir algo de lo que se pueda sentir orgulloso. Por eso nuestras políticas están enfocadas en apoyar a los cubanos, en lugar de hacerles daño. Por eso pusimos fin a los límites en los giros, para que los cubanos de a pie tuvieran más recursos. Por eso estamos animando a la gente a viajar, para construir puentes entre nuestros pueblos y generar más ingresos para los pequeños negocios cubanos. Por eso hemos abierto más espacios para comercio e intercambios, para que los estadounidenses y los cubanos puedan trabajar juntos para encontrar curas, crear empleos y abrir la puerta a más oportunidad para el pueblo cubano. Como Presidente de Estados Unidos, he hecho un llamado al Congreso para levantar el embargo. Es una carga anticuada que lleva a cuestas el pueblo cubano. Es una carga para el pueblo estadounidense que quiere trabajar y hacer negocios o invertir en Cuba. Es hora de que levantemos el embargo. Pero aunque levantáramos el embargo mañana, los cubanos no podrían alcanzar su potencial sin hacer los cambios necesarios aquí, en Cuba. Debería de ser más fácil abrir un negocio aquí, en Cuba. Un trabajador debería de poder conseguir trabajo directamente con las compañías que inviertan aquí. Dos divisas no deberían separar el tipo de salarios que pueden ganar los cubanos. Debería de haber Internet disponible en toda la isla, para que los cubanos se puedan conectar con el mundo entero y a uno de los motores de crecimiento más fuertes en la historia de la humanidad. 剩下的写不完了,要完整内容的私信我吧。